miércoles, 28 de noviembre de 2007

Tradición oral quechua

Contrariamente a la Literatura, que es el producto individual de un esfuerzo de creación literaria; la Tradición Oral es el resultado de una función colectiva y anónima. No pertenece a tal o cual autor, ni siquiera a quienes la transmiten, sino a comunidades, a pueblos enteros que a lo largo del tiempo han ido decantándola. Por esta razón, sus mecanismos de producción y recepción poseen un carácter polifónico.
Concretamente, en el pensamiento quechua-andino, la Tradición Oral -constituída en un primer nivel por mitos y leyendas- configura el universo simbólico de su esencia. No obstante haber alcanzado un notable desarrollo en las ciencias, la arquitectura, las artes, la agricultura y la filosofía; la cultura Inca careció de una escritura. Aunque llegaron a desarrollar los misteriosos Quipus un sistema mnemotécnico donde registraron la contabilidad y la historia, la cultura andina fue eminentemente oral. En el siglo XVI, con la conquista española, llegaría la escritura, la religión católica y un idioma nuevo.

Sin embargo, y no obstante los 5 siglos transcurridos y el advenimiento de los medios audiovisuales y el internet, la tradición oral andina ha sobrevivido, y los cuentos, leyendas, mitos y relatos de la antigüedad se siguen transmitiendo de padres a hijos, principalmente en los idiomas nativos: quechua y aymara.


Algunos mitos y relatos de tradición oral


El mito del Inkari
Uno de los mitos más arraigados en el mundo andino es el de Inkari o Inkarrí. La leyenda cuenta que cuando el último Inca fue ejecutado por los españoles, los miembros arrancados de su cuerpo, fueron sepultados en diferentes zonas del Perú. Así, por ejemplo, la cabeza del Inca yace enterrada bajo el Palacio de Gobierno en Lima, sus extremidades superiores en Waqaypata o Plaza del llanto en Cusco, y sus extremidades inferiores en Ayacucho. Un día, cuando los miembros fragmentados del Inca se fusionen nuevamente a su cuerpo; es decir, cuando la cabeza se junte con las manos y los pies, entonces el Inca volverá resurrecto y habrá terminado para siempre el sistema opresor de los españoles.





El yawar mayu


Dicen que al morir, nuestra alma emprende un largo camino hacia el Más Allá. Cuando ha recorrido grandes distancias, y ya cerca al límite entre el cielo y el infierno, el alma llega penosamente al río de sangre o Yawar mayu que es custodiado por unos perros negros. Frente al río, nuestra alma llora desconsoladamente porque no puede atravesarlo de un lado al otro.
Entonces pide ayuda a los perros negros que recostados en la playa del río, conversan sobre los pecados y los excesos cometidos en vida por los hombres. "He caminado sin fin por senderos de lodo y estiércol. Por favor ayúdame a cruzar el río" le pide a uno de los perros y éste, con lástima, le conduce hasta la otra orilla cargándole en su lomo.
Esto ocurre cuando el hombre fue bueno en vida. Si ha sido malo, perverso; los perros -que saben todo- se niegan a prestarle ayuda, y entonces el alma se queda a deambular para siempre.








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